Día Mundial del sueño: «El insomnio es el trastorno de sueño más frecuente en la población general»

Doctor Exuperio Diez Tejedor. Jefe de Servicio de Neurologia del Hospital Universitario La Paz de Madrid

Doctor Exuperio Diez Tejedor. Jefe de Servicio de Neurologia del Hospital Universitario La Paz de Madrid

«Lo fundamental es aplicar las normas de higiene de sueño y, una vez identificado el tipo de trastorno, iniciar el tratamiento específico. En ningún caso se debe tomar un fármaco sin supervisión médica porque no todos los insomnios son de origen “primario”. Hay que recordar que lo que es eficaz en una persona, puede no estar indicado en un familiar suyo, aunque el problema de sueño sea similar. Y, sobre todo, hay que saber que no todo lo que “produce somnolencia” sirve como tratamiento del insomnio»

Dra. María José Aguilar-Amat Prior
Dra. Milagros Merino Andreu
Dr. Exuperio Díez Tejedor

Servicio de Neurologia del Hospital Universitario La Paz de Madrid

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Entrevista realizada por HBakkali

Dormir, ¿por qué es necesario?

Como decía Allan Rechtschaffen, si el sueño no es una función vital del ser humano, entonces es el mayor error en la evolución del hombre. Es un estado fisiológico que existe en los homínidos desde hace millones de años y si ha persistido significa que tiene una utilidad real. El sueño es una función cerebral y un estado activo en el que ocurren modificaciones en las funciones corporales y actividades mentales con cambios hormonales, bioquímicos, metabólicos y de temperatura, necesarios para el buen funcionamiento del ser humano durante el día. El sueño permite una restauración física o mental en nuestro organismo para restablecer procesos bioquímicos y psicológicos que se han ido degradando durante la vigilia previa como la reparación de tejidos, la síntesis de proteínas, el crecimiento muscular o incluso la consolidación de la memoria y el aprendizaje. Por otra parte, al dormir se produce un descenso en la temperatura corporal y las necesidades calóricas. El sueño supone una reducción del gasto energético de gran parte del organismo en un momento del día en que es más difícil encontrar comida. Más reciente es la teoría de la plasticidad cerebral, que relaciona el sueño con cambios en la organización y la estructura cerebral y es básico en los bebés. Todos los investigadores están de acuerdo en considerar que el sueño tiene una función vital probablemente relacionada.

Trastorno del sueño, ¿en qué se traduce?

Es una falta de sueño o sueño no reparador, sueño prolongado o aparición de eventos durante el mismo (apneas, sonambulismo, etc). Los trastornos de sueño se clasifican en: insomnios, parasomnias, hipersomnias, trastornos respiratorios durante el sueño, trastornos del ritmo circadiano (p. ej, el producido por cambios en husos horarios) y trastornos de movimiento durante el sueño.

¿Cuáles son los más habituales?

Son los insomnios, el síndrome de piernas inquietas (SPI) y el síndrome de apneas-hipopneas de sueño (SAHS) tanto en adultos como en niños.

¿Y los más graves?

Por su gravedad, el SAHS, con pausas de apnea durante el sueño, hipoxemia intermitente y arritmias cardiacas, es el cuadro cuyas complicaciones pueden producir afectación cardiaca, vascular y metabólica. La narcolepsia, caracterizada por una somnolencia diurna excesiva, episodios de debilidad ante las emociones y alteración del sueño nocturno, afecta seriamente a la calidad de vida, sin que exista mayor tasa de mortalidad.

¿Por qué factores pueden estar provocados?

Cada uno de los distintos trastornos del sueño tiene distintos factores asociados. El SAHS se relaciona con obesidad, aunque no siempre. El SPI, en muchos casos se relaciona con distintas enfermedades como la enfermedad renal, carencia de hierro o alteraciones tiroideas. Los insomnios, por su parte, pueden tener distintos factores desencadenantes, siendo muy habituales los problemas psiquiátricos, el consumo de algunos fármacos o enfermedades intercurrentes.

¿En qué medida se trata de alteraciones ocasionales?

En ocasiones, puede tratarse de alteraciones ocasionales, como por ejemplo el insomnio que aparece asociado a cambio de horario, viajes, cambio de lugar, temperatura inadecuada…

¿Pueden llegar a ser crónicos?

Efectivamente. Cualquier trastorno que no sea resuelto eficazmente, tiende a la cronificación aunque haya surgido tras un evento estresante y éste haya desaparecido.

¿Qué factores pueden irrumpir el sueño?

Tener horarios irregulares, siestas prolongadas, consumir bebidas que contienen cafeína y teofilina por la tarde, alcohol y/o tabaco al final del día, realizar ejercicio excesivo antes de acostarse, una cena copiosa, tomar chocolate y líquidos en exceso antes de acostarse, ver la televisión, leer, escuchar la radio estando acostado en la cama o utilizar el ordenador en las dos horas previas al sueño nocturno.

Y para corregirlos, ¿que se recomienda?

Lo fundamental es seguir unas normas de higiene de sueño.

¿Cuáles serian esta normas?

Se pueden resumir en las siguientes:

  1. Mantener un horario fijo para acostarse y levantarse, incluidos fines de semana y vacaciones.
  2. Permanecer en la cama el tiempo suficiente, adaptándolo a las necesidades reales de sueño.
  3. Evitar que la siesta tenga una duración mayor de 30 minutos.
  4. Evitar los productos que contienen cafeína, teofilina y teobromina (ejemplo: café, té, chocolate). Tomadas por la tarde alteran el sueño incluso en personas que no lo perciben.
  5. El alcohol y el tabaco, además de perjudicar la salud, perjudican el sueño y se debe evitar su consumo varias horas antes de dormir.
  6. Mantener el dormitorio a una temperatura agradable y con unos niveles mínimos de luz y ruido.
  7. El hambre y las comidas copiosas pueden alterar el sueño. Evitar acostarse hasta que hayan pasado dos horas después de la cena.
  8. No tomar líquidos en exceso antes de acostarse.
  9. Evitar realizar en la cama actividades tales como: ver la televisión, leer, escuchar la radio…
  10. Evitar realizar ejercicios intensos o utilizar el ordenador en las dos horas previas al sueño nocturno.

¿A qué población afectan especialmente los trastornos del sueño?

El insomnio es el trastorno de sueño más frecuente en la población general, con una prevalencia entre el 20-30 es más frecuente en mujeres, en proporción aproximada de 1: 1.2-2. Por otra parte, el SAHS es la causa más frecuente de excesiva somnolencia diurna, afectando al 1-5% de la población general según los diferentes estudios, siendo su prevalencia mucho mayor si escogemos poblaciones de obesos o hipertensos. Dicha prevalencia aumenta con la edad, siendo más frecuente en varones (3:1) especialmente entre los 40 y 60 años.

¿Se puede estimar la incidencia de estos trastornos en nuestra sociedad?

En adultos, los más frecuentes son los insomnios (15-20%), el síndrome de piernas inquietas o SPI (aprox. 7%) y el síndrome de apneas-hipopneas de sueño o SAHS (4%). En niños, hasta un 30% de ellos tienen problemas de sueño, habitualmente insomnio. En el caso del SPI, aparece en un 2% de niños y adolescentes (20% en niños hiperactivos) y el SAHS afecta a un 3-4% de los niños.

¿Cuáles pueden ser las principales consecuencias de la falta de sueño sobre el organismo y sobre la conducta?

Las consecuencias de un trastorno de sueño son: somnolencia (con riesgo de sufrir accidentes de tráfico y accidentes laborales) , fatiga, irritabilidad, apatía, pérdida de memoria y de concentración, déficit de atención, hiperactividad en niños, incremento de peso, hipertensión arterial, cefalea, escaso crecimiento en niños, etc. Si existen apneas, además, pueden existir arritmias cardiacas, predisposición a sufrir un infarto cardiaco o cerebral, trombosis, insuficiencia cardiaca, etc.

¿Cuántas horas de sueño son las recomendables?

Si bien lo habitual en adultos suele ser 8 horas, no todas las personas precisan dormir el mismo tiempo. La duración debe ser la suficiente para que no exista somnolencia o fatiga durante el día.

¿Se consigue el mismo descanso si se duerme de día que de noche?

El sueño sigue un patrón biológico circadiano de 24 horas relacionado con el ritmo nictameral (día-noche), que depende de un sistema “marcapasos” (oscilador o reloj biológico) que únicamente se manifiesta cuando nos encontramos en condiciones constantes de luz, ruido, temperatura… En diferentes estudios se ha demostrado que sin influencias externas en ritmo sueño-vigilia dura entre 25 y 29 horas, con un aumento de la necesidad de sueño alrededor de las dos de la tarde, lo cual explica la necesidad de dormir que se puede sentir tras la comida. Este ritmo endógeno, es decir automantenido sin necesidad de aportes externos, no se manifiesta en condiciones normales sino que se ajusta a la duración de 24 horas por la influencia de los sincronizadores principales: alternancia luz-oscuridad y factor socio-ecológico (relaciones sociales, laborales…). Los sincronizadores actúan coordinadamente reforzándose entre ellos, pero en ciertas situaciones como en cambio de huso horario (“ jet lag “) o los trabajos a turnos se produce una falta de armonía entre osciladores y sincronizadores que provoca una desincronización externa

¿Cuales son las ventajas de la siesta?

La siesta tiene dos ventajas, es reparadora de la fatiga del día y ayuda a sincronizar el ritmo circadiano. Es muy importante que tenga una duración breve, no superior a los 30 min. Además de todo esto, existe un ritmo fisiológico de sueño que aparece en la tarde.

Desde el punto de vista terapéutico, ¿cómo pueden abordarse los trastornos del sueño?

Lo fundamental es aplicar las normas de higiene de sueño y, una vez identificado el tipo de trastorno, iniciar el tratamiento específico. En ningún caso se debe tomar un fármaco sin supervisión médica porque no todos los insomnios son de origen “primario”. Hay que recordar que lo que es eficaz en una persona, puede no estar indicado en un familiar suyo, aunque el problema de sueño sea similar. Y, sobre todo, hay que saber que no todo lo que “produce somnolencia” sirve como tratamiento del insomnio.

En Medicina del Sueño, ¿cuáles son los logros y cuáles las metas?

Fundamentalmente, el mayor avance es el mayor conocimiento de la fisiopatología y los tratamientos están relacionados con los mecanismos responsables de los trastornos los agonistas selectivos del receptor histaminérgico H3 o antagonistas del receptor de la hipocretina-1. Por otra parte, se ha conseguido, en parte, que los médicos generales y todos aquellos que no son especialistas en trastornos de sueño entiendan que el insomnio es un síntoma y no una enfermedad y, como tal, el tratamiento debe ir dirigido a la causa que lo produce y no simplemente prescribir una benzodiacepina con efectos ansiolíticos.